Si ayer os contaba que he decidido ponerme en las fotos de mis hijos para tener un recuerdo en el futuro de todas las ocasiones especiales o incluso del día a día que vivo y disfruto con ellos, hoy os cuento que estoy de ocasión especial.

Hoy hace 4 años que di a luz a mi segundo milagro, y no lo digo en el sentido más cursi de la palabra, sino en el término que utilizó mi ginecólogo hace más de siete años, antes de tener a mi primer hijo. Después de mi historial de endometriosis, y operciones varias, me dijeron que seguramente sería un milagro poder tener hijos, que la cosa estaba muy difícil aunque no había nada imposible.

Pues bien, al poco tiempo tuve el primero, y tal día como hoy, como os contaba, iba andando por la calle Velázquez de Madrid, junto a mi hermana y mi madre, y al bajarnos del coche frente a la tienda de Nespresso, tropecé con un baldosín de la acera que estaba levantado. El instinto hizo que me intentara  mover hacia un lado para no caer de frente con la pedazo de barriga que tenía, aunque lo único que conseguí fue balancearme de lado a lado hasta que caí, todo a cámara lenta.

Al principio fueron risas, mi hermana y yo recreábamos aquel movimiento de dinosaurio de lado a lado, pero las risas se convirtieron en lágrimas pensando en si el pequeñín, que estaría a punto de nacer, había podido sufrir con el golpe.

Así que nos fuimos al Hospital San José, y allí, tras mirarme bien, vieron que el niño no había sufrido pero yo estaba de parto, y ya bastante avanzada, así que me tuve que quedar ya, sin poder ir a casa a por mis cosas.

Poco rato después, Jaime llegó al mundo. Un parto fácil, (eso es lo que digo ahora, lo recuerdo así aunque en el momento con lo miedosa que soy para estas cosas de los médicos, las pasaría canutas, pero no lo recuerdo).

Un precioso niño rubio, de pelo rizado, de 3,690 gr. que empezó a llorar por aquel entonces y no paró hasta que tuvo dos años. Bueno, ahora sigue con esa tendencia, pero es tan bonito que todo merece la pena.

Es el segundo de tres y el del medio dicen que el pobre siempre pierde, pero en este caso, no sé, es el más gracioso, el que más carácter tiene y el que más se hace querer porque es como un osito que achucha y se deja achuchar por todo el mundo. Él es especial.

En fin, que como siempre, en el día de sus cumpleaños me pongo muy ñoña y no me sale otra cosa que contároslo, que para eso estáis ahí acompañándome siempre, en lo bueno y en lo malo, ¿no?

feliz cumpleaños hijo

Feliz Cumpleaños hijo, espero que nos queden muchos años juntos y que nos hagamos muchísimas fotos.